La parábola del cohete

Un cohete acaba de despegar con unos viajeros dentro. Todo funciona bien, el cohete gana altura y los pasajeros se maravillan de las cada vez más impresionantes vistas que contemplan a través de las ventanillas. Cuando el runrun del motor empieza a acallarse, algunos pasajeros se inquietan, pero la persona al mando de la nave tranquiliza a todos diciendo que no pasa nada.

Un pasajero le espeta –¿no se está apagando el motor?

– No, no se preocupen..¿no están viendo que la nave sigue subiendo? Gocen de las vistas, que ésta es una ocasión única –  responde el comandante.

De pronto, el motor se apaga.

– Estamos planeando para que el vuelo sea más confortable y puedan tomar fotos – comenta el comandante nervioso.

Los pasajeros se intranquilizan, cuando unos de ellos hace observar que ya no suben, que están cayendo.

– Nada, todo bajo control – responde el comandante, con la secreta esperanza de que el motor vuelva a encenderse solo.

– Que no, que no…¡vuelva a encender el motor!

El comandante sigue dando largas. Un pasajero, que dice entender algo de vuelos, alerta a los otros.

– ¡Este comandante es un irresponsable! ¡Nos va a matar! ¡Voy a coger el control y ahora mando yo!

Los otros le apoyan mientras la nave sigue cayendo.

– ¿Qué hacemos! ¡Nos vamos a estrellar! ¡Haga algo!

– ¡Abran el portalón y empiecen a tirar cosas! ¡Necesitamos soltar lastre! – les responde el pasajero al mando, que dice entender algo .

El cohete sigue cayendo. El pasajero al mando sigue insistiendo en que se tiren los asientos, la ropa, los enseres personales, todo.

– ¡Tenemos que soltar más lastre! Sigan lanzando.

Nada, el cohete sigue cayendo hasta que se estrella.

Cuando termina esta historia, todos nos hemos dado cuenta de quién es quién. Para quien no lo vea, el cohete es España, el comandante es Rodríguez Zapatero y el pasajero al mando es Rajoy.

Desde tiempos inmemoriales, sabemos que si lanzamos una piedra al aire, sube y después vuelve a bajar describiendo una trayectoria parabólica. Desde Galileo, también sabemos que la trayectoria “es independiente de la masa”. También sabemos que dos masas distintas caen con la misma velocidad. Por todo ello, esa es la razón por la cual les pusieron motores a los cohetes: para que no se comportasen como simples piedras.

Sigamos con la física. Cuando al cohete se le apaga el motor, sigue subiendo por inercia (lo mismo que pasa cuando levantamos el pedal del acelerador en un coche: sigue su marcha, aunque a la larga se parará). Sin motor, el cohete se convierte en una piedra. Llegará a una altura máxima y empezará a caer y la velocidad de caída es independiente de su masa (o peso, si prefieren). ¡Sí, independiente de la masa, aunque parezca mentira!

En nuestra parábola, Rodríguez Zapatero intenta tranquilizar al pasaje aprovechándose de la inercia del cohete a motor renqueante o parado. ¡Claro, sigue subiendo por inercia! Cuando empieza a caer (se acabó el provecho de la inercia), ya no le quedan recursos. Rajoy, que coge el control, decide soltar lastre, pensando que con eso se frenará, si no impedirá, la caída. Pero ésta es inevitable. La física es cabezona: dos cuerpos de distinta masa caen igual; ¡no sirve para nada soltar lastre!

Todos sabemos que lo único que puede salvar la nave es reparar y volver a encender los motores (la economía productiva). Desgraciadamente, parece que Rodríguez Zapatero, Rajoy (y otros) no entendieron las más elementales leyes de la física.

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